


Un especialista nos diría que hay que tener en cuenta la edad -son libros infantiles con la etiqueta de entre 5 y 8 años que no es del todo precisa-, pero todos somos bastante niños, y la magia de algunos relatos traspasa barreras invisibles; la cultura, la edad, el sexo, el escaso dominio de una lengua.
Con esta mínima trasgresión podemos conseguir mucho. Los que son primeros lectores ganan confianza y aportan sus dotes narrativas, otros repiten a dos voces el relato para ganarse a la audienza. Algunos son críticos, dicen: Frederick es demasiado simple para adolescentes, y se parece demasiado a la fábula de La cigarra y la hormiga (no sé si es intertextualidad, pero es apasioanate) El tema del enamoramiento es siempre clave entre adolecentes y Dautremer lo infantiliza de una manera que les permite distanciarse, verse a sí mismos y reirse. Las otras dos propuestas son más complejas, sus textos e ilustracciones pueden ser leídas también con el mismo placer por un público adulto.
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